Estaba sentado en la misma sala de siempre, frente al mismo teléfono blanco de siempre, su tarea consistía en atender, tomar los datos necesarios y pasarlos. El trabajo lo tenia podrido, no quería aguantar ni un minuto más y no lo hubiera hecho de no ser porque cada vez que pensaba en renunciar le venían a la mente la factura de gas, la del agua, la de la luz, la renta, la comida e infinidad de otras cosas que requería para vivir la vida que estaba acostumbrado a vivir. Ring, escucho, ring, otra vez, ring, era el suyo, ring, atendió
-SAME
-me siento mal- dijo una voz joven y femenina
-¿podría especificar la clase de dolencia que sufre?
-soledad- contesto la voz al otro lado de la linea
-me veo obligado a decirle que el uso incorrecto de esta linea es sancionado
-hablo en serio- se quejo la voz de la joven- me siento tan sola y aburrida que en cualquier momento podría bajar a la cocina por uno de los cuchillos grandes para acabar con mi aburrimiento
-¿y quien llamaría si en verdad pensara suicidarse?-Escucho el silencio propio de la duda, había dado en el blanco -¿como te llamas?- pregunto para continuar de alguna forma
-María,- respondió la chica de inmediato -María Pérez
-mira María, haré de cuenta que esta llamada no sucedió y si tan aburrida estas no te vendría mal buscar algún libro- al no recibir ninguna replica por parte de la chica colgó y volvió a ocuparse de sus asuntos hasta que el aparatito volviera a sonar. Solo una pequeñita parte de su conciencia se quedo atrapada en la llamada así que anoto el nombre en algún papel cercano que ya no serviría a su propósito.
Al día siguiente, por acallar esa vocecita que le molestaba por la joven, leyó el diario, lo hojeo por arriba, no tenia mucho tiempo que perder antes de que comenzara su turno, le dedico tiempo extra a los anuncios mortuorios; lo sabía, no encontró a ninguna Maria Pérez.
Pasaron dos días más y llego su día franco. Despertó a las 7, la hora de todos los día, pero a diferencia de todos los días en su franco despertaba contento. Se preparo un café, unto una tostada con manteca y dulce de leche, como hacía desde los 12 años, y salió por el diario, ese día si tenía el tiempo que él suponía el necesario para lee el diario. Se acomodo en su sillón, la tostada ya terminada y el café a medio tomar. Llevaba hora y media leyendo cuando llego a la sección de policiales. Paso página, estaba impresa en la hoja la fotografía de una joven sonriente, el titular leía en letras grandes 'joven es encontrada tras dos días de muerta', siguió leyendo, el epígrafe resumía:
La joven Maria Pérez fue encontrada en su departamento tras dos días de muerta, se sospecha de suicidio.
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Extra:
Sin poder creer lo que leía avanzo en la nota para asegurarse de que no lo estaba inventado. Al final agregaba:
Junto al cuerpo de la difunta se hallo un teléfono móvil, un cuchillo de cocina y 'el amor en los tiempos del cólera.
<Claro> se dijo <fue el libro> eso basto para acallar a su conciencia que amenazaba con quebrarlo en pedazos.